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Caminamos hacia la entrada aparentando tranquilidad. Pisando las
hojas secas de la entrada y bajo la atenta mirada de un gato que trepaba un
muro vecino.
-¿sabes abrir puertas sin llave?
-¿puertas cerradas?
-no te preguntaría si sabes abrir puertas abiertas
-no, pero no será difícil
Me acerque a la puerta. Saqué el dije metálico del medallón de
soldado y con cuidado la metí entre la puerta y su marco, con cuidado de
simular estar usando una llave. Tom recargo su cuerpo de forma que tapaba la
visibilidad y con esa forma distraída de mirar a los alrededores no daba
ninguna razón para sospechar.
Apenas el dije metálico llego hasta el fondo la puerta se abrió,
haciendo que Tom casi se cayera.
-¿ya la abriste? ¿tan rápido?
-sí, te dije que no seria tan difícil
-pero… ¿no batallaste?
-no, nada
-¿nada, nada? ¿ni un poquito?
-que no Tom, que no batalle nada. Acaso el gran Tom Kaulitz esta
celoso de mi facilidad para abrir puertas
-¿celoso? Claro que no. Es que no se puede abrir una puerta de esa
forma con tanta facilidad, menos con la antigüedad que tiene y el gran cerrojo
que ha de tener dentro.
Levante una ceja incrédula.
-ha de estar oxidada la chapa
-no, eso significa que la puerta ya estaba abierta
Un escalofrío me recorrió la espalda
-¿quieres decir que alguien ya nos espera? ¿Quién podía saber que vendríamos?
-no lo se. Tendremos que averiguarlo.
Empujo la puerta. Pistola en mano entro seguido de mí. Tom me
había enseñado a agarrar la daga para un ataque más hábil. Estábamos preparados.
El interior estaba oscuro y lleno de polvo. Mi antiguo castillo de princesa
ahora era una sucia trampa.
-encenderé la luz-me acerque al apagador
-no lo hagas, puede ser una trampa
-vamos directo al estudio
-¿Dónde esta?
-por aquí. Sígueme
Subimos las escaleras de dos en dos. Cuando estuvimos frente a las
dos enormes puertas de madera corroída y ventanitas empolvadas me sentí
vulnerable
-y si aquel que llego antes, el que dejo la puerta abierta, se
llevo lo que buscamos
No obtuve respuesta, en vez de eso Tom me estrecho en sus brazos. Me
aferre a él con fuerza y una lágrima corrió por mi mejilla. Tom me abrazo con
más fuerza, me di cuenta que él también temía lo mismo. ¿y si ya no teníamos salvación?
-aún así no estaría de más echar un vistazo-dije
-vamos
Nos soltamos y abrimos cada quien una puerta.
El pequeño cuarto estaba completamente lleno de polvo, tierra, el
tapiz de las paredes se caía a pedazos, los muebles estaban hinchados, húmedos,
corroídos. Los libros guardados en sus respectivos libreros se deshojaban, húmedos
y apolillados. La alfombra había perdido su brillante color vino para pasar a
ser de color café. La cortina estaba caída. Todo era la clara imagen de un
lugar abandonado. Pero fuera de eso, todo se veía en extraño orden.
Después de observar todo el estudio miramos por sobre nuestros
hombros. La tranquilidad del pasillo era tanta que me agobiaba. Tom cerró las
puertas.
-apúrate, busca en el escritorio, yo buscare en el archivero
Asentí con la cabeza y corrí al escritorio. Primero busque en los
cajones de la izquierda, desde el mas alto al mas bajo. Seguí con los de la
derecha, ahora empezando desde el mas bajo, y grande, hasta el más alto, y
chico. Nada.
Golpeé con mi dedo el fondo del cajón, pensativa. Un sonido hueco
llamo mi atención. Volví a golpear suavemente con el dedo. ¡el cajón esta
hueco!. Avente al suelo todo lo que había sobre la tabla hueca. Sentí la mirada
curiosa de Tom. Saque la tabla que dejaba ver el verdadero fondo del cajón,
vaya sorpresa.
-Tom, lo encontré
-¿Dónde esta?
-¡aquí!
-emm… Jules
-¿no te parece que fue un escondite ridículo?
-Jules
-fue demasiado fácil-dije mirando pensativa el frasquito y los papeles
sobre los que estaba
-Jules
-¿Qué?.... mierda….
